Todos tenemos un familiar, amigo o vecino adulto mayor que, en algún momento, requiere de apoyo adicional. A veces, incluso hay que decidir si enviarlos a un Hogar Gereatrico es es lo correcto. Pero es poco lo que sabemos de las condiciones en estos lugares pues a menudo, las personas institucionalizadas terminan siendo invisibles y vulnerables.
La mayoría de las encuestas sobre el envejecimiento se realizan en hogares, de modo que rara vez nos enteramos de cómo viven los adultos mayores en los sitios que proveen alojamiento residencial de largo plazo. En la mayoría de los países, la población en este tipo de residencias es demasiado pequeña como para que esta omisión sesgue nuestra comprensión de la salud general de las poblaciones adultas mayores, pero de todas maneras revela una falta de conocimiento acerca de este grupo de personas , que parecen ser particularmente vulnerables.
¿Qué sabemos?
Alrededor de 166,000 personas de más de 60 años viven en residencias para adultos mayores en 12 países de América Latina y el Caribe que disponen de datos. Esto representa el 0.54% de los adultos mayores.
Chile y Uruguay tienen el porcentaje más alto de adultos mayores que viven en estas residencias: alrededor del 1.9% cada uno.
Costa Rica también presenta tasas relativamente altas del 0.89% y le sigue Brasil con el 0.52%.
En la mayoría de los países, la proporción de adultos mayores en estas residencias nunca excede el 0.2%.
Estas se calculan utilizando datos censales en los países que distinguen tipos de residencia en los cuestionarios de sus censos poblacionales, pero incluso en ese caso pueden ser imprecisas. El lenguaje utilizado en los formularios de los censos para categorizar los tipos de residencia diversidad entre países y las categorías que incluyen residencias para adultos mayores a veces incorporan igualmente otros tipos de viviendas colectivas. Brasil, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador y Uruguay disponen de datos para 2010 y 2011, pero en países como Bolivia la información se remonta al año 2001.
La dependencia en las residencias para adultos mayores
Las residencias para adultos mayores proveen un cuidado más intensivo, de modo que cabe prever que al menos algunos de quienes viven ahí son en alto grado dependientes. Esto significa que, tomadas como un todo, las poblaciones de esos hogares probablemente sean más dependientes que la población adulta mayor en general.
Así se desprende del Estudio de Longevidad y Envejecimiento Saludable (CRELES, 2009) realizado en Costa Rica, que demuestra que el 54.3% de los residentes en hogares para adultos mayores tiene algún grado de dependencia, un agudo contraste respecto del índice de 23.8% que registra el resto de la población adulta mayor. Como resultado, excluir de las encuestas a la población de estas residencias puede resultar en subestimar el número de adultos mayores en estado de dependencia, y en que se los considera más saludables de lo que realmente son. Esto puede tener importantes implicaciones de política pública, con impactos en el presupuesto y en otras decisiones relevantes que atañen a este grupo.
Por ejemplo, en Uruguay, que tiene una proporción más alta de adultos mayores en estas residencias que cualquier otro país con información disponible, subestimar la dependencia de los adultos mayores posiblemente resulte más problemático. Haciendo un cálculo aproximado, si todos los individuos uruguayos que se encuentran en residencias para adultos mayores tuviesen algún grado de dependencia, añadir esa población a las cifras del país elevaría la tasa de dependencia de los mayores de al menos 60 años a un 7.1%, un incremento bastante significativo respecto del 5.3% calculado sin este grupo.
Lo mas importante
Quienes viven en las residencias para adultos mayores parecen ser particularmente vulnerables y la escasa información existente sobre este grupo plantea problemas. Los datos disponibles hablan de una población adulta mayor que vive en estos hogares en América Latina y el Caribe, pero hay pocas razones para creer que sus retos son compartidos por el resto de la población adulta mayor y es poca, también, la información disponible para esclarecer puestos pueden ser esos desafíos.
En el futuro, será importante que los estudios sobre el envejecimiento poblacional capten de mejor modo la situación de los adultos mayores en estas residencias especializadas. Las reportadas en estudios como el Panorama cifras de envejecimiento y dependencia del BID y las calculadas a partir de encuestas de hogares que se utilizan en otros lugares son muy reveladoras. No obstante, es clave obtener datos —todavía escasos— sobre los adultos mayores en residencias pues es posible que se encuentren entre los más severamente dependientes. Realizar encuestas dirigidas específicamente a esta población ciertamente sería útil, pero, en la práctica, bastaría que quienes diseñan las encuestas de salud simplemente garanticen que lleguen a este grupo de personas y que se entreviste un número suficiente de sus miembros para posibilitar un análisis fructífero .
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